No hace ni un mes que cayeron las grandes trombas aquí en Sevilla, la verdad que ese día me dio por pensar (cosa rara en mí) en el momento en el que un hombre se subió en el 36 pero no podía, o quería, pagar o picar. Estuvo un rato discutiendo con el chófer pero nadie se levantó a picarle o pagarle un ticket, total que se tuvo que bajar.
Horas más tarde, tras mis clases del coche, me tuve que bajar en la Barqueta y llegar a Pza Armas parecía misión imposible así que tuve que coger una línea que me llevara al Duque, en el autobús para el Duque se repitió la escena, me vino a mi cabeza el hombre que había dejado en la primera vez y en la que estaba cayendo, esta vez sí me levanté y piqué una segunda vez.
Al bajarme en el Duque y sobre todo a partir del Museo, me sentía con algo agridulce, al caer el primo hermano del Diluvio sobre mí pensé en el tio sin paragüas que estaría en la calle y en la mujer que llegó mas bien seca gracias a mí.
A partir de llegar a plaza de Armas dejé de pensar gracias al lago que era el sitio y que yo debía cruzar. Ya veis quizás la lluvia sirve para hacerte reflexionar de muchas cosas.
Entre fotografías y acepciones
Hace 4 meses
1 comentario:
Es lo que tiene la lluvia; a veces te hace reflexionar e incluso aprendes algo, y otras, siemplemente recuerdas viejos momentos que ya pasaron (por ello lo de: la lluvia es melancolica).
La lluvia... Es así.
Besitos;)
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