viernes, marzo 16, 2007

La tarde caía y el chaval la veía morir a través de la ventana, después de toda la tarde sentado en el escritorio sentía las piernas entumecidas y cansadas, él también estaba casado en realidad.

-¡Rafa! Tenemos que poner este asunto en orden antes de que se nos eche encima...

Ya no escuchó si se refería a la otra asociación o a un plazo, o tan siquiera a la fecha de la reunión en donde habrían de presentarlo, ya no sabía ni cual era el tema principal de la conversación que llevaba sin pensar, ya no sabía si era de un tema personal o de su cargo... había dejado de saber, había dejado de ser...

Por fin cayó la noche y aun así el ordenador seguía encendido, el mensaje que había estado escribiendo seguía en la pantalla inconcluso. Un problema, dos, tres; la cuenta podía seguir mucho rato, desde todos los ámbitos y le agobiaban; las voces sonaban en su cabeza y el las pretendía acallar.

Sin darse cuenta bajó las escaleras, firmó como siempre y empezó a caminar por el campus; minutos más tarde se encontraba en el edificio de los despachos de su facultad, en la azotea, no sabía como había llegado allí y tampoco parecía darse cuenta, no se dió cuenta siquiera cuando se acercó al borde; ni cuando caía... sólo tenía la mente en esos problemas; problemas que se acallaron con su vida, problemas que por fin le dejaron descansar.

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